domingo, 29 de marzo de 2015

Mi profesora mi enamorada / Parte 9

Comenzó por ser una profesora que quería matar a una persona que me robaba los pensamientos día y noche. Soñaba con ella y despertaba todos los días pensando en su sonrisa, en su tono de voz, en esa mirada que hacía al verme llegar y en si la vería o no ese día.
Lamentablemente el amor cuando llega no pregunta nada, solo aparece sin que lo inviten y se queda y estira a sus anchas, no quería aceptar lo que estaba pasando nuevamente, me estaba gustando otra mujer, pero esta vez había más agravantes en la escena; ella era profesora.
Era muy fantástico pensar que yo podía tener una relación ella, eso casi nunca pasa, y menos conmigo, una persona de 18 años recién cumplidos que nunca se había atrevido a tener una relación con una mujer ni con un hombre.
Esperaba con ansias cada jueves para verla, para llegar a clases y ser a la única que saludaba de beso en la mejilla, para sentir su aroma! y escuchar su voz, sus
‘vamos vamos’. Así fue pasando otro semestre entre miradas y experimentos, sin darme cuenta nuevamente ya estaba acabando el año, sólo quedaban dos meses para salir de vacaciones de verano. Estábamos en la última unidad, ya no habría más hasta el próximo año, la famosa unidad de robótica.
Un día llegando al laboratorio de robótica, llegue como 20 minutos antes, y grande fue mi sorpresa de verla a ella sentada en las bancas también esperando. Claramente el pánico y la vergüenza se apoderaron de mi, así que iba a dar la media vuelta para irme a esperar a otro lado la hora de clases, pero me ve y levanta uno de sus brazos haciéndome señas para ir donde ella. Mi corazón y mi cerebro iban a explotar entre latidos y pensamientos que no paraban, no sabía si era buena o mala suerte el haberla encontrado ahí, sola. Lo que si sabía era que todos los días esperaba que esto pasara, pero nunca pensé en que hacer cuando pasara. No quedaba otra que averiguarlo…
-Hola Emilia! Como estas?
-Hola profe, yo bien y usted? -le decía mientras inesperadamente recibía otro abrazo
-Bien aquí haciendo tiempo para la clase, llegue muy adelantada
-si, lo mismo digo - entre risas respondí, aún no creía en la coincidencia que ambas llegásemos tan adelantadas, al parecer mis risas sólo eran más de nervios.
-Hace tiempo que no conversamos, solo nos saludamos y a clases 
-Si que mal y ha pasado muy rápido el semestre
-Si, demasiado rápido, siempre es así, el tiempo vuela, yo creo que ni siquiera te acuerdas del primer día de clases
-uf! la verdad aunque no me crea tengo buena memoria con los detalles, me acuerdo absolutamente de todo lo que ha pasado
-wow que genial
-a veces es bueno, pero hay cosas que a veces se quieren olvidar y me es muy difícil hacerlo, lo he logrado con algunas cosas traumáticas.
-tienes razón, pero por algo tendrás esa habilidad de recordar detalles
-eso espero! por eso cada vez que alguien me cuenta algo le digo que tiene que contarme absolutamente todo con calma y detalles, así me imagino la situación
-tienes buena imaginación?
-ni se imagina! conmigo paso lo contrario que pasa con la niñez, cuando era chica no tenía mucha imaginación, siempre quise tener un amigo imaginario y nunca lo pude imaginar, pero mientras iba creciendo fui adquiriendo mucha imaginación- le dije sin querer mucha infomación
-que bonito es tener imaginación así nunca dejas de soñar
-exacto, pero la imaginación no es solo soñar
oh-oh la había dejado en silencio, al parecer soy muy freak, a cambiar de tema…
-Profe! supe que regalaron poleras en los otros paralelos, porque en el nuestro no?-que mal tema
-Oh de verdad, ¿acá no? ouch se nos fue entonces, pero si quieres una , yo te la consigo
-¿De verdad?, ¿lo haría?
-Por supuesto, por ti Emilia claro que lo haría
Sus mejillas se tornaron de color rosado claro, estaba avergonzada de lo que me había dicho! Y yo no podía creer lo que estaba oyendo. Al parecer el tema no había sido tan malo.
-Y como te ha ido en las clases?
-Bien gracias, no he tenido mayores problemas hasta el momento- Por Dios se había sonrojado.
-Que bueno, como te contaba yo también vengo de el sur, y al final me termine quedando
-Oh que buena- No podía hablar más que frases de dos palabras, ella se había sonrojado.
-Claro, yo estaba en una pensión eso sí, pero luego me cambie a una casa para más privacidad.
-¿A una casa? ¿Y sola? ! Pero si es súper joven!
Esa fue la peor pregunta que pude haber hecho, arruiné toda mi felicidad del momento.
-No, sola no, la casa es gigante, me fui con mi pololo y pagamos a medias todo. Gracias por lo de joven si tengo 29 años .
Veintinueve años que claramente no aparentaba. Cuando la vi por primera vez supe que era profesora solo porque me recibió en la charla, si no hubiese sido por eso hubiese pensado que era una alumna más de años superiores. 
-Que bien 
-Si!, el es profesor de deportes, pero no trabaja acá, trabaja en otra universidad.
-hum deportista - quizás lleno de músculos, espero que su cerebro no sea uno
-Si, adivina
-Que? - tienen hijos? le pregunte en mi universo paralelo
-Mis papas también son profesores de deportes, es como algo que tenemos en los genes, de generación en generación al parecer, ósea yo no soy profe de deportes, pero me encanta practicar a diario.
Mi felicidad se había muerto. Ya no sabia que decir. Gracias al cielo se acercó una compañera que venia llegando. La conversación de ese tema llego hasta ahí y la clase estaba a punto de comenzar. Era extraño, ese día habían subido y caído mis fantasías de tener algo con ella. Ya no había más que hacer, era heterosexual, tenia pololo y vivía con él. ¿Hay algo peor?
Hay algo que ocurre siempre que conoces a alguien, antes de conocerlo/a nunca lo ves, pero luego de conocerlo/a se te aparece en todas partes. Eso me pasaba con Fernanda y me encantaba... menos ese día de sol que fui al centro a comprar cosas para el departamento. Me topé con ella, pero no iba sola, de la mano llevaba a su pololo. No recuerdo muy bien su cara, pero se veían bien juntos. Ella me vio, pero me hice la loca, hice como que no la había visto, y luego cuando ya me alejaba la miré y su cara ya no era la misma. Estoy segura que mi cara tampoco era la misma.
Que dolor más grande el saber de su pololo y encima verlos juntos.
A pesar de todo no podía dejar de pensar en ella, mis sueños seguían destinados a solo ella y cada que escuchaba una canción me veía, yo, de su mano. Pero debía, aunque mi corazón no quería, olvidarla. Cada mañana que despertaba pensando en verla me decía a mi misma que no era lo correcto, que no podía ser aunque yo quisiera, ella ya tenía pareja y peor, no le gustaban las mujeres.

El jueves de esa semana no sabía qué hacer, que haría cuando me saludara, si me diría que me vio o no, que respondería… mi decisión fue no ir a esa clase, ni a la siguiente; qué más daba, no había faltado a ninguna clase y se podía no ir a máximo tres. No me afectaría en nada, aparte de tener que estudiar el doble, más bien me ayudaría a olvidar o superar, cualquier cosa estaba bien si no implicaba verla, era una tortura, cada que la veía me atraía más.

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