viernes, 17 de octubre de 2014

Mi profesora, mi enamorada

Estábamos en mi departamento, con la luz del sol mañanero alumbrando la cama obligándonos a despertar; ahí estaba tan cálida y cercana, acurrucada, apoyando su cuerpo contra el mío, abriendo lentamente sus ojos dirigiendo su mirada a la mía, con esos ojos claros, entre azul y verde, que me sacaban la más pura de mis sonrisas, mientras me acercaba a besarla…sonó el despertador antes de que pudiera volver a tocar sus labios. Nuevamente era un sueño.
Desperté con un dolor en el pecho y lágrimas en los ojos; al parecer era angustia, la angustia de despertar pensando en ella y saber que ya no estaba conmigo, que la había dejado ir y que aunque no tuviera fuerzas ni ánimo para nada debía levantarme e ir a la universidad.

Respirar hondo ayuda a seguir sin pensar mucho, es lo que hago todas las mañanas cuando despierto y la recuerdo, sigo mi rutina esperando que al momento de tenerla en mi cabeza no sea por más de algunos minutos, pero a veces, es imposible.