No se sentía incómodo estar caminando junto a ella, la conversación era calmada, a veces graciosa, Domi intentaba decir correctamente las palabras, pero casi nunca funcionaba, a lo que Sara respondía con una sonrisa o una carcajada.
Llegando al café Sara caminó a una pequeña mesa para dos personas, apenas se sentaron llegó la camarera, Domi necesitaba cafeína y algo que le recordara a su país, por lo que pidió lo que para ella era habitual, pie de limón y un cortado grande.
- que bueno que hayas aceptado mi invitación- dijo Sara mientras esperaban sus ordenes- si, bueno, no tengo muchos conocidos por el momento y pareces agradable- respondió Dominga dejando un mechón de su cabello tras su oreja