lunes, 19 de junio de 2017

Extranjera / Capítulo 1: Pasos sobre cemento

Acababa de llegar a San Francisco, California, y a pesar de todo lo que buscó en internet sobre la ciudad, jamás imaginó lo que verían sus ojos, luces por todas partes en una ciudad moderna, despertando de a poco con los primeros rayos de sol, gigante y deslumbrante.
Su bajo nivel de inglés no le permitía comunicarse como ella quería, las personas no se daban cuenta que era una extranjera latina. Sus características físicas eran parecidas al común de las personas que pasaba por los pasillos del SFO (aeropuerto internacional de San Francisco), pero bastaba con que dijera alguna palabra para que quedara en evidencia.
Era verano en San Francisco y a pesar de eso la mañana estaba fría, había leído que el clima en la ciudad era extraño dadas las cercanías al agua influenciada por las corrientes del océano Pacífico, pensó un momento y recordó que el aeropuerto en que estaba, en los mapas se veía cerca del mar. Tomó sus maleta y caminó por los pasillos buscando una ventana que la hiciera ver el horizonte... ahí estaba, el agua se mezclaba con el cielo que ya no estaba oscuro, sino que lleno de nubes del amanecer.
Le tomó un tiempo reaccionar que ya estaba ahí, que lo había logrado fuera de todo pronóstico, y eso, la hacía tiritar de miedo. Estaba a miles de kilómetros y billetes de distancia de su hogar, de su familia y su perro, ¿cómo fue tan obstinada para lograrlo?. No podía asumir que una loca idea caprichosa estuviera haciéndose realidad.
Dominga había terminado hace poco su carrera, sólo se mantuvo en ella para enorgullecer a sus padres, puesto que apenas comenzó sus estudios, se dio cuenta que eso no iba a ser lo que haría con su vida, a pesar de eso, pasó cinco años de su existencia en algo que su país considera necesario para ser exitoso en la vida. Siempre fue buena con los números así que eligió estudiar ingeniería, ¿cuál?, la que durara menos por supuesto. Traducido a su actual país de residencia es algo así como Business Administration and Management. 
No se arrepentía de esa decisión, era chica e inmadura, debía hacer algo con su vida o seguiría en el negocio de la familia que desde que tenía memoria, detestaba. Sus padres día y noche preocupados de los negocios no hacían más que sembrar distancia en todos los aspectos imaginables. Ahora tenía herramientas que podía usar a favor con sus verdaderas motivaciones.
La universidad en la que estuvo no le ayudó mucho con su inglés escrito, no así como al oírlo, después de esos cinco años pudo lograr entender conversaciones a velocidad media, lo que la enorgullecía tanto, que sonreía cada vez que podía al tratar de entablar conversaciones. Claro que no le servía de mucho entender lo que decía la otra persona si no sabía como responder adecuadamente.
Apenas salió de la universidad sabía sólo una cosa: debía salir de su país, Chile.
No es que lo odiara, al contrario, amaba cada rincón que visitó en sus productivas vacaciones, sólo que sabía la amplia cultura que existía afuera y no podía quedarse estancada sólo en una franja de tierra, debía conocer lo más que pudiera y que mejor excusa que salir a aprender idiomas.
Fue una lucha que al principio nadie creía, sus padres pensaban que sólo era un capricho más de los muchos que tenía, no podía culparlos, aceptó siempre cada regalo o invitación que estos le hacían para contrapesar su falta de presencia. Después de todo ¿qué más podía hacer?, amaba la tecnología y no tenía el dinero para comprar lo que deseaba, teniendo a sus padres ahí entregando partes de sus sueldos era la solución perfecta.
Había intentado reiteradas veces hacerles saber lo mucho que quería pasar más tiempo en familia a diario, pero se rindió al momento de darse cuenta que eso jamás pasaría. Tienen otras mentalidades con respecto al trabajo, que por una niña y luego mayor de edad, menos cambiarían.

- ¿cómo es posible que primero en un colegio y luego en la universidad no hayas sido capaz de aprender bien el idioma? - era la pregunta que más se repetía en los cuestionamientos hacía Domi al momento que nombraba el tema del viaje.
No sabía la respuesta, jamás aprendió y quizás fue para mejor. 
Luego de insistir con el tema y ver que no se le apoyaba comenzó su campaña de juntar dinero, primero buscó un trabajo en la universidad, pero al ver que el dinero que recibía era peor que un sueldo mínimo, decidió emprender en lo que le gustaba hacer: escribir.
Comenzó escribiendo y redactando columnas de páginas web de amigos, la paga era directa y evitaba impuestos como su escuela de negocios le dijo no lo hiciera. No se arrepentía, pero tampoco enorgullecía.
Luego fue teniendo más trabajo gracias al boca a boca que fueron haciendo sus amigos y en al menos cinco meses ya tenía una clientela que le permitía tener dinero para sus gastos y ahorrar.
Sus padres vieron que era algo serio, no querían que su hija menor saliera de casa, pero con ellos o sin, lo haría de todas formas, por lo que decidieron apoyarla hasta cuando ella quisiera.
Había pasado una hora desde su llegada a San Francisco y la persona que había contactado para que la guiara hacia su nuevo hogar recién se veía corriendo en medio de maletas de colores.

- lo siento, hay mucho tráfico- descifró Emilia porque escuchó la palabra autos en inglés
- ¿puedes hablar más lento?- preguntó perfectamente, era lo que más repetía en sus conversaciones
Con más calma pudo entender que el auto de esta persona se había descompuesto en la carretera y tuvo suerte que era algo mínimo que una persona pudo solucionar.
Luego de presentarse y las preguntas de cortesía se dirigieron hacía el auto, a lo lejos por  fin podía ver el puente Golden Gate en vivo, era una estructura imponente que sin falta iría a visitar con más tiempo. Su apartamento estaba en North Beach en un barrio que se veía tranquilo. Había arrendado ese apartamento gracias a contactos de sus padres, de otra forma quizás donde hubiese ido a parar. Tenía miedo, trataba de no demostrarlo, sabía desde pequeña que era normal temer, pero lo importante era no luchar contra eso, si lo hacía probablemente perdería.
Dominga Paz Vergara Font con 23 años era la primera vez que salía fuera del país sola. Miles de terroríficos pensamientos se iban mientras miraba por la ventana del auto, era hermoso todo lo que veía, quizás se hacía más bello a sus ojos por el hecho de haber conseguido algo que realmente deseaba. Nada de ‘debería hacer esto’, ahora era libre, con herramientas para sobrevivir, lejos de casa y sin conocer a nadie, pero podía ser y hacer lo que quisiera. Es verdad que había estado varios años de su vida haciendo cosas que no le apasionaban, pero ¿qué más daba?, ya había pasado, ahora sólo había que avanzar.
Abrió la puerta de su nuevo hogar y sólo vio telas sobre muebles, paredes lisas y puras, listas para ser intervenidas. Su guía la dejó, adelantando que se verían al día siguiente para que conociera algo más de la ciudad, Dominga embobada recorrió cada centímetro de su nuevo nido, una pieza grande con vista al océano, un living donde podría acomodar muchos puffs para su comodidad, una cocina y un baño, era justo lo que necesitaba.

Luego de acomodarse y limpiarse después de su viaje, decidió salir a comprar algo para comer. Buscó en su traductor exactamente lo que necesitaba y alguna alternativa si es que no había, salió a la calle y se dio cuenta que lo único en ese momento que la unía con las personas de su nuevo barrio, eran pasos sobre cemento.

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