lunes, 19 de junio de 2017

Extranjera / Capítulo 2: Columbus Avenue

La noche caía y Domi aún no creía donde estaba, era como si estuviera siendo llevada por la corriente, para ella estaba siendo sólo un cambio de departamento, como los muchos que hizo durante su vida universitaria.
Conocía esa sensación, la de reaccionar emocionalmente después de varios días o incluso meses tras tomar decisiones importantes. Pero no era el momento de preocuparse de eso, ahora lo que importaba era conocer y comenzar esa nueva etapa de su vida de una vez por todas.
Dominga sabía como vivir sola, a pesar de odiar tener que hacer todas sus cosas, la mayor parte del tiempo los departamentos en que vivió eran un desastre, esperaba ocupar todos los platos para comenzar a lavarlos, lo mismo con la ropa y todo lo que necesite ser lavado. Era y es irresponsable en ese aspecto, cada vez que alguien reclamaba por esa parte de su personalidad ella decía que nadie podía ser perfecto. 

Su nuevo hogar era acogedor, pero necesitaba con urgencia ser intervenido por colores y luces, ya eran las 22:30 en San Francisco y a pesar de que en Chile eran recién las 18:30 ella moría de sueño y cansancio. Hizo las llamadas pertinentes a su madre y cayó rendida en un colchón opaco que tenía su habitación...
Dominga... Dominga... escuchaba de lejos una voz con pequeños golpes parecidos a un martillo, se removió en su cama-colchón y trató de enfocar con los rayos de luz que se filtraban por su ventana. Miró el techo fijamente y se dio cuenta donde estaba.
- mierda...- susurró mientras se levantaba apurada a abrir la puerta tratando a la vez de encontrar equilibrio para no caer
- hey Annie, lo siento me quede dormida, ya sabes, el viaje y jet lag- movió los brazos en señal de paso para su invitada, su inglés le permitía comunicarse hasta el momento, pero eso no disculpaba que estuviera en calzones siendo una anfitriona. Miró sus piernas y fue inevitable no ruborizarse, se excusó un momento y volvió con pantalones.
- ¿sabes? es una muy buena cama la que hay ahí dentro- bromeó cuando volvió de su cuarto
- pude notarlo- entendió entre las risas de su invitada- ¿estás lista para salir? tengo muchas cosas que mostrarte de la ciudad
No bastaba que Annie dijera nada más, había entendido lo necesario para correr al baño y alistarse para salir. Su invitada era simpática, una chica de unos 30 años, hija de unos amigos extranjeros de sus padres, no era su intención ser su amiga, pero por cortesía y buena educación ambas chicas decidieron conocerse para demostrar la amistad de sus familias.
Annie vivía en San Francisco desde que tenía memoria, conoció a un chico, se casaron y tuvieron hijos. Decidió vivir en su ciudad con su esposo y la verdad es que Dominga no quiso preguntar más a sus padres, no era necesario, lo único que importaba era que tendría a alguien que la llevara a su hogar y de paso conocer algo de la ciudad.
Era divertido tratar de entender y responder las conversaciones de Annie, hasta el momento habían caminado unas cuadras observando los lugares necesarios para poder sobrevivir. Annie le comentó que estaba de visita en la casa de una amiga estos días, pero que luego regresaría a su hogar que al parecer estaba a unas cinco horas de distancia.
- wow- exclamó emocionada una vez más, no sabía como preguntarle a Annie que era lo que veía y como podía llegar ahí, así que prefirió guardar silencio y agregar una nota mental que tenía que llegar a ese punto un día de estos.
- Columbus Avenue- le dijo Annie cuando doblaron a la avenida, una calle sin fin que llegaba a un edificio enorme y puntiagudo, definitivamente tenía que recorrer todo eso.
Ann le contó que en esta avenida podía encontrar de todo, desde lugares para comer, dormir, beber café, librerías, entre muchos más, hasta un barrio rojo, con bares y cosas por el estilo.
Los ojos de Domi se abrieron al entender todo eso, convengamos que no es una de esas personas que vive saliendo y bebiendo, pero tampoco vivía encerrada en su casa. Se daba un tiempo para todo, trabajo, estudios, diversión, cultura, todo cabía en su agenda hasta el momento.
El día fue divertido y agotador, caminaron por los principales lugares de North Beach, almorzaron y luego se despidieron. Annie le dio su número y dirección email por cualquier cosa que necesitara, no sin antes desearle suerte y regalarle un gran abrazo. 

Abrió la puerta de su piso y comenzó a abrir sus maletas, había mucho trabajo por hacer, pero nada que con buena música no pudiera terminar.

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