lunes, 5 de octubre de 2015

Perdiendo la cabeza #13

-¿vienes?- le pregunté a Zoe
Me miró, pensó un momento y sonrió
-por supuesto
Caminamos lo más que pudimos para estar lejos si es que alguien nos buscaba, bebí hasta que me dio hipo, Z por su parte se controló, quizás para cuidarme. No podía despedir un año de mierda de otra forma, no podía negarme una oportunidad de olvidarme de todo.

-mierda Z eres tan mina- trataba de decirle ebria, podía sostenerme, pero
no por mucho tiempo
-te entiendo la mitad de lo que dices- sonreía un poco nerviosa Zoe
-que eres muy mina, te digo, me dan ganas de tocarte el poto aquí mismo
-¿gracias?
-si, de nada- dije abrazándola y bajando mis manos por su espalda
-¿vamos al hotel?- me pregunto atajando el destino de mis manos
-estas loca, esto recién comienza 

Tenía conciencia que ya habían pasado horas y si seguía bebiendo no podría seguir en pie, pero hacía mucho tiempo no me sentía tan libre, tan desconectada del mundo, en otro planeta.
Seguí bebiendo y Zoe desapareció de mi vista o probablemente le dije que se fuera, bailé con mil personas, quizás con ninguna, todo era muy borroso y luminoso entre risas y movimientos. 

‘¿Cómo volverás al hotel?’ se cruzó por mi cabeza, ‘ya está, no te hagas más daño’, ‘mírate, ¿qué pensará papá?’… a penas esa pregunta se clavó en mis pensamientos, me detuve. ¿Que estaba haciendo? ¿tratando de ahogar mis problemas en alcohol?, sabiendo que al día siguiente saldrían a flote con fuerza.
Ya no tenía fuerzas en mis piernas, sin poder decir palabra coherente por los efectos de tantas porquerías que entraron en mi boca, ¿cómo era posible?. 
‘¿Cuántas personas en este club estarán en mi situación, pero sin tener la ayuda en sus manos?’ pensé, yo tenía esa ayuda, tenía todas las posibilidades del mundo para salir de donde estaba, de ser una mejor persona, de ser mejor conmigo. No podía negarme esta oportunidad por orgullo, debía darme una chance y todas las que quisiera para ser feliz.

Sentada en la vereda mientras toda la gente celebraba, sentí una mano en mi hombro, era Zoe, mi querida Z no me había abandonado, no venía sola, Josefa estaba a su lado… después de todo ¿de qué otra forma podía volver al hotel?, Z ya no tenía las fuerzas para ser mi movilización.

-no te disculpes- trate de decir, sin que nadie me dijera nada, no sé que tan ridícula me escuchaba
-ya pensé- continué- y creo que ya esta bueno de tanto

En ese momento subimos a un taxi y se apagaron las luces, había cerrado los ojos y mi cabeza se movía, podía sentir un corazón gracias a mi oído derecho apoyado en alguien, con una mano evitando que mi cabeza se moviera demasiado. Algo raro pasaba, no entendía por qué me movía como si volara en una… ¿volar?, estaba drogada, había recibido unas pastillas de unas personas muy alegres y tome un par sin pensarlo. Cuándo supe que estaba drogada y sin saber qué era lo que consumí comenzó la taquicardia, no sabía si era un efecto de la droga o un ataque de pánico, me costaba respirar, pero no se sentía mal, a pesar de eso, ya no quería estar así.

-Me drogué- fue la última frase que dije

Zoe habló por mi lado izquierdo algo que no comprendí, por su lado Josefa tomo mi pulso, como conectándose con la taquicardia que me asustaba, mientras aparecían luces con mis ojos cerrados me dio mucho sueño, me hubiese dormido en segundos si no es por Z y Josefa que me golpeaban para despertar, por lo que tardé unos minutos más en conciliarlo.
Desde ese momento no recuerdo más, desperté en un sofá muy acolchado, con una aguja en mi brazo izquierdo pegada con cinta blanca. No era un hospital, era una habitación diferente a la mía, por las cortinas podía sentir la luz que atravesaba con fuerza hacía mi rostro, mi cabeza iba a estallar entre el dolor y pensamientos, papá claramente no estaría orgulloso de su hija.

No podía hacer más que pensar, que manera de empezar el año, pero esto era el límite, ya no quería seguir auto destruyéndome, con hacerlo no ganaba más que seguir en bajada. No tenía a alguien que me contuviera y protegiera, que sufriera con mis dolores, sólo era yo y el dinero de mamá.
A los minutos entró Josefa a la habitación, me miro sorprendida de que estuviera despierta.

-¿Quieres volver a casa?- preguntó desilusionada o dolida, no podía verlo
-¿ya avisaste a Cristina?- respondí
-no, no pienso hacerlo de todas formas, pero si quieres puedo hacer que vuelvas 
-¿no puedes conmigo?- pregunte despacio
-tu no puedes con esto, Vale ¿no te duele estar así? no puedo aceptar que te de lo mismo
-¿por qué?
-porque eres una persona con buenos sentimientos, tan diferente e inteligente que me cuesta seguir cada uno de tus movimientos, no logro luego de todo este tiempo entrar en ti, pero de alguna forma sé que no eres de las personas que les da lo mismo todo
-y ¿qué pasa si lo soy?
-no lo sé, jamás me puse en esa situación

Josefa confiaba en su instinto y no estaba equivocada, me costaba un mundo decirle que estaba bien lo que pensaba, que quería un cambio, pero mi coraza trataba de impedirlo.
‘¿Es un cambio lo que quiero?’ pensé mientras Josefa me miraba… la respuesta afirmativa me hizo agrietar esa coraza y hablar, luego de años, sinceramente. A la mierda lo que piensen los demás, necesito una oportunidad.

-Quiero quedarme y salir de toda esta mierda- le dije segura
-saldrás - respondió Jo con una sonrisa y ojos brillantes.

Me explicó que mezclar drogas y alcohol más los remedios del centro hizo que mi cuerpo tuviera una reacción muy potente, por eso había caído dormida, lo que fue peligroso si no me hubiera atendido un médico, no quiso dejarme en una clínica porque, quedaría registro de todo y en el hotel habían paramédicos que podían seguir instrucciones de desintoxicación. Zoe estaba con los demás en la playa, en la tarde volveríamos al centro.
Conversamos por horas de cosas sin importancia antes de que volviera el sueño, Josefa con cada palabra que salía de su boca volvía a parecer una persona de verdad, pero no podía sacar de mi cabeza el engaño y juego que me hizo el primer día que nos conocimos. Estoy casi segura que si hubiese tenido alguna disculpa sincera ya habría superado el tema, en cambio cada vez que me hacía reír también activaba el recuerdo.


Esa noche volvimos al centro y no nos esperaba nadie en especial, ni un perro teníamos que se alegrara al vernos llegar, de todas formas este seria un gran año.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario