domingo, 16 de noviembre de 2014

Mi profesora mi enamorada/Parte 2

Dos años atrás era mi primer año en la universidad, me fui de mi región, deje a mi familia y comencé una vida muy diferente a la que llevaba; ahora tenía mayores responsabilidades, debía hacerme cargo de un departamento, lavar, cocinar, pagar cuentas, ordenar, conocer gente…con mis pocos años eso me aterraba. Pero la motivación de sentirme independiente pudo más que el miedo.
El primer día de clases entre a la sede como un pollo indefenso, no sabía que pasaría, no conocía a absolutamente nadie y aún no reaccionaba de donde estaba, pero sentí una inmensa felicidad al ver que todos estaban igual, la mayoría venía de lejos y muy pocos se conocían. Fue fácil saber
quienes eran mis compañeros y eran muy sociables.
La primera semana de clases fue de adaptación, nos mostraron las dependencias de la universidad, cómo se llamaban los edificios, hasta un mapa recibí, hubieron jornadas de conocer gente y cosas por el estilo, sólo adaptación.
En esos recorridos por las dependencias de la u, nos citó el departamento de innovación para conocer los laboratorios y darnos una charla, no sé en que momento me perdí y no sabía donde debía ir, un mapa no sirve de nada cuando no sabes donde está el sur o el norte, la técnica que ocupaba para no perderme era ir donde todos iban, seguir la masa, pero en un momento todos ya no estaban y ya no supe a quien seguir. 
Me dije 'no puedes perderte la visita a los laboratorios, ya! que no te de vergüenza si es sólo una pregunta'. Si claro sólo una... Pregunte, pregunte hasta que llegué donde estaban, la charla ya había comenzado y una profesora de pelo y ojos claros me dijo con voz amable:
-Hola, pasa, siéntate por ahí.
A lo que yo respondí con un simple ‘gracias’ y tome asiento. En ese momento me encantó su amabilidad y tono de voz, femenino, suave y grave a la vez, pero no fue ningún pensamiento fuera de los normales que tengo. Fue una charla larga y entretenida, el curso de innovación se trataba de impulsar nuestro ingenio a otro nivel, que no sólo se quedara en la cabeza, los profesores nos darían materia prima y nosotros la mano de obra. Luego fuimos a conocer los laboratorios, vi robots, cosas para soldar, maquinas con muchos cables y cosas que me dejaron con ojos de asterisco.
Luego a la siguiente semana ya comenzaron las clases como correspondía, pasaron rapidísimos los días que cuando me di cuenta ya era viernes por la tarde y quedaba mi última clase: innovación.
No puedo mentir y decir que fue inolvidable la clase, pues no lo fue. Me carga estar contra el tiempo en todo aspecto, soy cero tolerante al estres porque me frustro. A pesar de eso la primera clase no estuvo mal.
La profesora nos hizo correr contra el tiempo junto a mis compañeros, Fernanda, la profe amable de la semana anterior, con su presencia me caía estupendo, pero mis compañeros decían que era uno de los monstruos a fin de semestre, que no me dejara llevar por la primera clase. Yo no sabía que pensar y tampoco quería juzgar.


No podía creerlo, había sobrevivido a mi primera semana de universitaria sin complicaciones, estaba feliz y motivada, me sentía totalmente poderosa, en la cima, todo lo que me habían dicho de no poder lograrlo estaba en el pasado revolcándose. Se sentía bien.

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